viernes, 19 de noviembre de 2010

Matthias Sindelar: El Genio que un régimen acalló


Austria alcanzó la semifinal del Mundial de Italia 1934 y tuvo como rival a la selección del patio. En un torneo donde todo estaba preparado para que la Italia fascista de Mussolini lo ganara, un descarado montaje los privó de jugar la final cayendo por la mínima. En ese juego, como en todos los disputados por Austria, sobresalió un joven futbolista austríaco que simulaba un mago en el manejo del balón; un jugador con un excepcional olfato goleador y control de la esférica.

Matthias Sindelar es considerado como el futbolista más grande en la historia de Austria. Por su elegante estilo de juego fue conocido como El Mozart del Fútbol. La historia y la leyenda de Sindelar se confunden para generar uno de los mitos más románticos y trágicos del fútbol.

Nació el 10 de febrero de 1903 en en Kozlov (Moravia, actual República Checa) en el seno de una humilde familia de origen judío y emigrante en el barrio de Favoriten (Viena). Su padre murió en el frente en la I Guerra Mundial. Su pasión por el fútbol le hizo destacar prontamente como un prodigio en las inferiores del Hertha de Viena, lo que le llevó a debutar, con 14 años, en el poderoso Austria de Viena y con 16, en la selección. Con el equipo vienés, el habilidoso delantero ganó 5 Copas de Austria y un título de Liga. Con la selección, Sindelar jugaría 44 veces, anotando 27 goles.

En vísperas del mundial francés, Austria había conjuntado una gran selección. Aquel equipo era conocido como el Wunderteam’ (equipo maravilloso) y, aunque no ganó competición relevante alguna, marcó una época en la década precedente, perdiendo sólo 4 juegos de 50 disputados.

El 12 de marzo de 1938, Alemania invadió y anexó Austria al III Reich, hecho conocido como el Anchsluss. Apenas faltaban 3 meses para que la celebración, en Francia, de la 3a edición de la Copa del Mundo de Fútbol.

Tras el fracaso de la selección alemana en los Olímpicos de Berlín, Hitler, que veía el deporte como un enérgico medio propagandístico, vio la posibilidad de hacer algo de realce en el Mundial si a la físicamente potente selección alemana se sumaban los habilidosos hombres de la austríaca. Así se reclutó a la fuerza a los mejores jugadores del ‘Wunderteam’. Pero Sindelar se negó calladamente a ello y no participó en ninguno de los partidos preparatorios del nuevo equipo alemán.

El 3 de abril tuvo lugar el Anschluss futbolístico. El dictador germano, a modo de despedida de la selección austriaca como combinado independiente, decidió organizar un último amistoso entre este país y Alemania en el Prater de Viena. Sinderlar decidió participar como capitán de Austria. Con el Führer y el alto mando del Reich en la tribuna, la selección local habría recibido la orden de dejarse vencer por la dominadora nazi.

Durante el primer lapso, el delantero austríaco desbordó como quiso a los defensores teutones, pero, cada vez que encaraba al portero, tiraba la pelota fuera del campo con descarada desfachatez. Pero ya en la 2ª parte finalizó una virtuosa jugada con un gol de excepcional factura. Entonces, en lugar de alzar el brazo hacia Hitler, el rebelde delantero se puso a bailar frente al palco de autoridades para demostrar que él era austríaco y no alemán. Gran parte de las 60 mil personas que presenciaban el partido gritaba “Österreich, Österreich!” (¡Austria, Austria!). A los pocos minutos, Sester anotó el segundo.

El Führer, enfurecido por haber sido ridiculizado, consideró a Sidelar enemigo del régimen, siendo perseguido y sentenciado a muerte. El delantero tuvo que vivir en la clandestinidad a partir de ese momento. Nunca más volvió a pisar un terreno de juego ni volvió a tocar un balón de fútbol. Permaneció oculto con Camila, su pareja, con el miedo de ser capturados en cualquier momento y enviado a algún campo de concentración.

Cuando aumentó la presión sobre el pueblo judío, llegando a ser brutalmente acorralado y literalmente exterminado, Matthias y Camila decidieron poner fin a sus desdichas. El 23 de enero de 1939 sus cuerpos se encontraron sin vida luego de inhalar gas de cocina durante la noche. Así, el régimen totalitarista nazi cortó el vuelo del mejor exponente del fútbol austríaco de todos los tiempos.

A la sede del Austria Viena llegaron más de 15 mil telegramas de pésame ante la pérdida de su ídolo. En el funeral, desafiando la amenaza de la svástica, más de 40 mil personas acompañaron al valiente delantero quien no se doblegó ante ningún rival, ni en la cancha ni en el foro político, donde la poderosa maquinaria del Reich no doblegó su convicción y patriotismo.

No muy lejos del Ernst Häppel Stadion, el Prater antes de 1992, se encuentra su tumba, visitada religiosamente cada año por seguidores y dirigentes del Austria Viena coincidiendo con el día de su fallecimiento. Allí todavía se recuerda que el balón, personificado en el “Mozart del fútbol” también se rebeló contra la barbarie nazi.

martes, 2 de noviembre de 2010

José Luis Violeta: El León de Torrero

Era yo adolescente cuando logré colarme en el Estadio Universitario de Fútbol de Caracas junto a una de las figuras más profesionales y leales del balompié español de todos los tiempos. Cargaba una maleta que parecía más grande que yo llena de implementos del Real Zaragoza C.F., equipo que venía de ser subcampeón de la Liga Española, justo por detrás del Real Madrid. Corría el verano de 1975 y se iba a celebrar el Torneo Ciudad de Caracas donde el conjunto maño fue invitado junto al Boavista de Portugal, el Rosario Central argentino y la selección de Alemania Oriental.

El personaje a cuya vera caminaba con la incomodidad de la carga pero orondo y orgulloso era ni más ni menos que el capitán del conjunto hispano.

José Luis Violeta Lajusticia nació en Zaragoza, la capital de Aragón, un 25 de febrero del año 1941. Sus primeras virtudes las vio, a los 17 años, el River, un equipo de aficionados de Torrero, el barrio zaragozano que lo vio crecer. Poco después hace filas en el Juventud, filial del Real Zaragoza y, esporádicamente, es invitado en entrenar con el primer equipo. En 1962, a fin de tener más minutos en actividad, jugó como cedido al Calvo Sotelo de Puertollano donde mostró sus cualidades que hicieron que grandes entidades, como el Real Madrid, fijaran su vista en él.

El 15 de septiembre de 1963 debuta, en Pontevedra, con el equipo se sus amores. En ese instante comienza a crearse un mito dentro de la afición zaragocista por su pundonor, estilo y coraje que le valió el apodo de “el León de Torrero”. Permaneció en el Zaragoza casi 3 lustros siendo ejemplo vivo de entrega y lealtad a un club.

La temporada 1970-71 fue una de las peores que el club haya soportado en su historia. Descendió a la división de plata habiendo obtenido apenas tres victorias ese año. El Madrid aprovechó el trance para tentar a Violeta a enrolarse en la entidad merengue. Pero, demostrando un profesionalismo sin par, rechazó la oferta blanca para ayudar al equipo a obtener el ascenso nuevamente a la categoría máxima.

José Luis Violeta fue parte de dos etapas históricas de la historia del conjunto aragonés. A inicios de su carrera compartió alineación con los llamados “Los Cinco Magníficos”, cinco delanteros que se hicieron épicos en el corazón de los años 60. Con ellos conquistó la Copa del Generalísimo en 2 ocasiones y una Copa de Ferias (posteriormente conocida como la Recopa). Ya en los 70s, al incorporar a dos excelentes jugadores paraguayos (Arrúa y Diarte), se llamó jocosamente al equipo como “los Zaraguayos”. En esta fase, el líbero fue parte de un sorprendente Zaragoza que fue 3º en el 74 y subcampeón en el 75.

Logró ser internacional con la selección de España, el 23 de junio de 1966 en La Coruña, en un amistoso contra Uruguay, que finalizó igualado a 1 gol. Vistió la Roja en 14 oportunidades registrando un gol en su haber. Lamentablemente para el jugador aragonés, el canario Tonono tenía mayor atractivo para los seleccionadores de la época.

Luego de otra amarga y frustrante temporada donde su equipo volvió a perder la categoría, José Luis Violeta se retiró de los engramados profesionales en 1977. El 21 de mayo de 1978, el Real Zaragoza y el Athletic de Bilbao se reunieron en el estadio de la Romareda que se llenó para brindar un merecido homenaje a su gran capitán, quien por 14 años se constituyó en la insignia incuestionable del conjunto. En aquel momento le prometieron un futuro ligado al club, pero nunca llegó a consumarse. En 2003, el Gobierno de Aragón le concedió el título de “DEPORTISTA LEGENDARIO”.
El Real Zaragoza finalizó tercero en el Ciudad de Caracas al caer en los penales con el Boavista y darle una lección de alegría y fútbol creativo al Rosario Central. Los alemanes se llevarían la Copa, pero nunca he podido dejar de visualizar en mi mente los recuerdos vividos aquella semana de convivencia con la concentración del equipo en el vestíbulo del Hotel El Conde y en el Universitario. Gracias a Violeta por la paciencia y la calidad humana mostrada a un chiquillo de 14 años que nunca olvidó aquellos gratos momentos y que, desde entonces lo tiene como uno de sus primeros ídolos del deporte.