martes, 4 de mayo de 2010

Inglaterra 1966: Compran y se dan el Vuelto

Después de siete ediciones del Mundial, la VIII Copa Mundial de Fútbol se celebró en Inglaterra, entre el 11 y el 30 de julio de 1966. Aún cuando se consideraban los inventores del fútbol, muchos ingleses no entendían cómo ellos nunca habían albergado ni ganado un Mundial.

La elección de Inglaterra como sede para el Mundial se decidió en el congreso de la FIFA de 1960, en Roma, pero su elección no había sido por casualidad, ya que el entonces presidente de la Federación Internacional del Fútbol Asociado era el inglés Stanley Rous, ex árbitro de fútbol y quién movió todos los contactos posibles para lograr que ese Torneo se dispute en su tierra natal.
Inglaterra, Alemania Federal y España presentaron candidaturas pero los íberos retiraron su postulación pocos días antes de la elección. Los ingleses, aprovechando el centenario de la Federación Inglesa de Fútbol como bandera, superaron a Alemania por 34 votos contra 27.

En el proceso clasificatorio se inscribieron 71 países para repartir 10 cupos para Europa, 4 a Sudamérica, uno a Norteamérica y un cupo restante debía ser disputado entre los equipos de África y Asia, lo que provocó la protesta de los africanos quienes arguyeron tener derecho a un cupo propio. 15 países africanos y dos asiáticos en solidaridad se retiraron. Corea del Norte, vencedor de Australia por el único cupo de Asia y Oceanía, estuvo a punto de no participar ya que los ingleses no les autorizaban las visas por razones políticas.

Finalmente, los 14 equipos clasificados más Inglaterra y el campeón defensor, Brasil, se ordenaron en cuatro bloques, de los cuales salía un equipo para cada grupo. Los bloques fueron «Sudamérica», «Europa Mediterránea», «Resto de Europa» y las selecciones consideradas «modestas» (México, Bulgaria, Corea del Norte y Suiza). Los 2 primeros de cada grupo avanzarían a cuartos de final, a partir de la cual los duelos fueron por eliminación directa.

En Westminster, durante una exhibición de la Copa Jules Rimet, amigos de lo ajeno la sustrajeron ante el estupor de los organizadores británicos. El trofeo permaneció perdido una semana, hasta que un perro, de nombre Pickles, la encontró en el jardín de una casa. El can logró gran popularidad siendo exhibido durante el día de la inauguración del evento, el cual fue televisado a todo el mundo por vía satelital.

Diez días antes de disputarse la final del mundo, el primer ministro británico Harold Wilson congeló los salarios y dividendos en toda Inglaterra. Lógicamente la gente no le prestó demasiada atención a las medidas económicas. Por 1a vez en la historia un Mundial era representado por una mascota. Se llamaba Willie y era un león con la bandera de Gran Bretaña en su camiseta.

El diseño del campeonato y la distribución de las fechas se diseñó sin ningún tipo de remordimiento por ocultar lo preparado para los dueños de casa que estaba éste Mundial. Los organizadores procuraron que los equipos con mayores posibilidades jugaran lejos de la capital y con pocos días de descanso entre un cotejo y otro. Mientras que la selección local tenía cinco o seis días de descanso entre partidos. Brasil era el rival a batir en el Mundial de Inglaterra 1966. Había ganado en Suecia y en Chile y contaba con dos de los mejores jugadores del mundo: Pelé y Garrincha. En el sorteo cayó enmarcada en el ‘Grupo de la muerte’ junto a Bulgaria, Hungría y Portugal. Además, si pasaba a cuartos tendría que enfrentarse, eventualmente, contra la URSS o Italia.

En el primer partido, la canarinha se impuso fácilmente 2-0 a Bulgaria con goles de Pelé y Garrincha. Sin embargo, Pelé sufrió todo tipo de faltas por parte del defensa Zhechev que no fueron sancionadas por el árbitro alemán. El seleccionador Feola decidió reservar a Pelé ante la Hungría de Florian Albert y lo pagó muy caro. Brasil cayó derrotada 3-1.

La caída ante Hungría obligó a Brasil a jugarse el pase a cuartos contra la Portugal de Eusebio. Pelé jugó prácticamente todo el partido, pero cojeando y sufriendo las patadas del defensa Morais que el árbitro inglés McCabe se negó a señalar. De nada le sirvió a Brasil tal sacrificio, ya que fue eliminada tras caer por 3-1 con dos goles de “la Pantera Negra” de Mozambique. Hungría completó el trámite al doblegar a Bulgaria por el mismo marcador.

Uruguay, con el gran Mazurkiewicz en la valla le empató 0-0 al local en el debut. Luego ganó a Francia 2-1 y volvió a empatar con México 0-0, secundando a la selección anfitriona quienes dominaron a mexicanos y galos gracias al acierto de su delantero Roger Hunt.

El arquero mexicano, Antonio Carbajal, con su aparición en Inglaterra 66 participó en 5 mundiales consecutivos. Lamentablemente, carga con el triste récord de ser el portero más goleado de la historia, 25 tantos en sólo once partidos.
Argentina, con un equipo conformado, entre otros, por Roma en el arco, Marzolini, Rattín y Oscar “Pinino” Más se perfiló como un elenco difícil. En su grupo venció a España 2-1, a Suiza 2-0 y empató 0-0 con Alemania Occidental. Los germanos dominaron a los helvéticos con un rotundo 5 a 0 y remontaron a los españoles eliminándolos 2 tantos a 1.

La URSS paseó dominante venciendo a todos sus rivales en el grupo D. Pero la etiqueta de selección revelación se la ganó Corea del Norte. Se coló en cuartos de final dejando en la cuneta nada menos que a Italia. Albertosi, Facchetti, Mazzola o Rivera aún no dan crédito hoy en día a lo que sucedió en Middlesbrough cuando fueron incapaces de contrarrestar el gol de Pak Doo Ik a los 42 minutos, en una de las sorpresas más grandes de la historia del Mundial. Junto a su empate “in extremis” con Chile, selló su pase a cuartos contra la poderosa Portugal. En realidad todos los integrantes del seleccionado coreano eran comandantes solteros del ejército, lo cual era una condición imperativa para integrar el equipo.

Y a punto estuvieron de magnificar la sorpresa los norcoreanos en cuartos de final, cuando ganaban ante Portugal a los 25 minutos por... ¡0-3! Pero Eusebio tiró del carro luso y marcó cuatro tantos consecutivos para el 5-3 definitivo en una remontada sin precedentes en la competición.

Días antes de los partidos entre los sudamericanos contra los europeos. Los representantes de Argentina, Uruguay, España y de Unión Soviética fueron citados en un hotel londinense para el sorteo de los árbitros para el partido. Pero, aunque llegaron a la hora prevista, se encontraron con que el sorteo ya se había efectuado favoreciendo notablemente a británicos y alemanes.

El juego entre Alemania y Uruguay lo dirigió el árbitro inglés Finney, quien ignoró una mano intencional del defensor alemán Schnellinger en la línea de meta y poco después, expulsó a Troche y a Silva del conjunto charrúa. El resultado final, como no podía ser de otra manera, favoreció a los teutones por cuatro tantos contra cero.

En el minuto 36 del cotejo entre Inglaterra y Argentina el árbitro alemán Kreitlein señaló una falta dudosa a favor de los británicos y Rattín, como capitán argentino, protestó la decisión siendo expulsado. Rattín no salía y el árbitro no reanudaba el encuentro. Y es que ni el árbitro entendía el castellano ni el argentino hablaba inglés o alemán. El juez justificó la expulsión con esta aseveración: “Me miró con mala intención. Por eso, me di cuenta de que me había insultado”. Luego del suceso, debieron pasar más de 30 minutos para que los ingleses pudieran quebrar el cero a pesar de tener un hombre de más. Todos los ataques británicos eran contrarrestados por una impecable estrategia de fuera de juego generada por los gauchos. Pero otra vez Kreitlein, optó por protagonizar la tarde. No cobró una posición adelantada y de ahí sobrevino el gol del inglés Hurst que sentenciaba el cotejo.

Continuando con su óptimo deambular en el Mundial, los soviéticos dejaron en el camino a los alicaídos húngaros por dos goles a uno.

En semifinales, Alemania Occidental, con Lutz, Schnellinger, Beckenbauer, Overath, Uwe Seeller y Haller jugaba contra la Unión Soviética del inefable Lev Yashin, Voronin, Malafeev, Szabo y Porkujan. Los alemanes, con tantos de Haller y el jovencísimo Beckenbauer, ganaron a los rusos quienes anotaron por medio de Porkujan en las postrimerías del partido.

Portugal confirmó las expectativas que había despertado antes del torneo. Ellos aparecían por primera vez en la fase final de una Copa del Mundo y no pagaron la novatada. De la mano de un ataque espectacular, formado por José Augusto, Torres, Eusebio, Coluna y Simoes, columna vertebral del bicampeón europeo, el Benfica, sólo se inclinaron ante Inglaterra en la semifinal por 2 a1, con goles de Bobby Charlton y Eusebio.

Para variar, con el mismo tanteador (2-1) Portugal conquistaba el tercer peldaño del Mundial.

El mítico Wembley, en una jornada calurosa, viste sus mejores galas para asistir a la 3a Guerra Mundial: nada menos que un Inglaterra-República Federal Alemana. De un lado, el cancerbero Gordon Banks, el estilista Bobby Moore, Stiles, Hurst y el gran Bobby Charlton, que aún no era 'Sir'. En la otra acera, Weber, Haller, Overath, el tanque Uwe Seeler y un jugador capaz de hacerse con el balón en su propia área y conducirlo hasta la rival con una elegancia y distinción impropias de sus 20 años, Franz Beckenbauer, que pronto sería conocido como el 'Kaiser'.

Luego de dos rápidos goles de Hurst y Haller finaliza el primer tiempo en tablas. Peters adelanta a los de casa haciendo estallar el engalanado recinto. Pero los alemanes fuerzan la prórroga en el último minuto con un gol de Weber que deja a los ingleses sin habla. La sombra del Maracanazo se proyecta sobre la catedral londinense.

A los 11 minutos de la prórroga, Hurst dispara con potencia desde dentro del área, el balón golpea en el larguero y bota claramente sobre la línea. El árbitro suizo Dienst mira a su linier, el soviético Bakhramov, y se dirige hacia él. Intercambian impresiones y señalan al centro del campo ante la incredulidad e indignación de los teutones, un gol fantasma que dejó con cara de tontos a los alemanes. Quince minutos más tarde, el propio Hurst, anotó el cuarto gol y puso cifras definitivas al partido, los dueños de casa derrotaron a los alemanes por cuatro a dos.
Esta victoria le daría a Inglaterra su primera y hasta el momento, única Copa Mundial, la cual recibieron de las manos de la reina Isabel II. Geoffrey Hurst anotó en tres oportunidades en la final estableciendo un récord para esa instancia de la competencia.


El extraordinario delantero Eusebio, se convirtió en el goleador del torneo con 9 goles, y el periódico inglés "People" le entregó 100 libras esterlinas como premio. Un millón, 614 mil 677 aficionados concurrieron a los 32 partidos mundialistas.

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