Normalmente, por esta vía, no tiendo a polemizar por decisiones o aficiones de mis semejantes. De hecho, cada quien tiene total derecho de ser aficionado a tal o cual equipo, a tal o cual deporte, a tal o cual candidato, a tal o cual hobby. En eso se basa el respeto. En cualquier etapa de la vida el individuo se aficiona por algo que disfruta y le llena el espíritu.
Hoy estuve leyendo un escrito muy interesante redactado por un reconocido articulista de algunos diarios nacionales acerca de su punto de vista sobre el aficionado venezolano en función a su relación con el mundial de fútbol. Esta es una tertulia que se diserta cada cuatro años entre interlocutores de cualquier estrato, sean devotos o no al deporte rey.
En resumidas cuentas el comunicador esboza el hecho de las caravanas y exhibición de banderas de diferentes países durante la temporada que rodea la celebración de un mundial de fútbol exaltando las facultades balompédicas allende nuestras fronteras. Igual incluye el término “fanático temporario” para aquéllos que sólo siguen el fútbol cada cuatro años. En contraparte señala la indiferencia e ignorancia de otros países cuando algún atleta o conjunto venezolano destaca en cualquier disciplina. En eso estoy de acuerdo… parcialmente.
Coincido plenamente con él cuando la mayoría del compatriotismo de pliega incondicional y, a veces, ridículamente al gigante Brasil cuando juega una eliminatoria, una Copa América o un Mundial. ¿Por qué no seguimos a Colombia, por ejemplo, con quien podemos tener más aspectos en común que con los amazónicos? Sobre todo luego de aquella triste declaración de Ronaldo en Francia 98 acerca de nuestra admiración y apoyo furibundo a su selección.
El venezolano de por sí apuesta a ganador. Como no tenemos una selección de nivel mundial nos apegamos a quién tiene real oportunidad de vencer y nos apegamos de una manera febril a su lado. Sólo en esporádicas ocasiones algunas selecciones (Basket 92 ó la sobreestimada selección de béisbol), los equipos que asisten a la Serie del Caribe o ciertas individualidades exacerbaron el corazón por los colores nacionales.
Con exiguas excepciones, la precaria calidad del balompié rentado, aunado a las malas condiciones de los campos de juego, a pesar de las nuevas estructuras levantadas para la Copa América 2007, la inseguridad de los asistentes (ejemplo la vergüenza internacional de ayer en el estadio olímpico de Caracas) y la falta de medios efectivos de transporte, entre otros, alejan al entusiasta seguidor futbolístico de los eventos realizados en nuestro país. Es mejor y más seguro ver el fútbol por televisión donde podemos optar entre las más importantes ligas del mundo. Y al momento de evaluar calidad de juego y de transmisión, el torneo local rara vez es la primera opción.
Acompañaré también al articulista ligando al cuerpo de árbitros, tan vilipendiado y despreciado en estos acontecimientos (la verdad que a veces con razón), a ver si este año sus actuaciones corresponden a la altura del espectáculo.
Otros, tenemos el segundo frente, ya sea por afinidad consanguínea o simplemente por mera simpatía. Los hijos y nietos de inmigrantes, por lo general, apoyamos a los conjuntos de nuestros progenitores, los cuales seguimos de cerca gracias a la magia de las telecomunicaciones de todo tipo de que disponemos en el siglo XXI.
Para finalizar, el entusiasmo por el Mundial 2010 ya está en el aire y, quieran que no, todos respiramos ese ambiente, aun sin quererlo. Ya el sano pique con mis primas “azzurras” comenzó. Se habla de preparar quinielas, de reunirse para ver determinados partidos, de preparar parrilladas cuando coincidan en fin de semana. En una Venezuela convulsionada por todos los asuntos políticos, económicos y sociales que conocemos, bien nos merecemos abrir una ventana a la distracción, al apasionamiento temporal y al clima festivo de uno de los eventos más ecuménicos del mundo.
Por lo que a mí respecta, no me echaré a llorar suspirando por el día en que la vinotinto protagonice al menos tres encuentros en una instancia final y, como aficionado al fútbol que soy, a principios de junio pondré mi banderita en el carro y ligaré, con toda la pasión que este deporte despierta en mí, al equipo de la Furia, a ver si esta vez hay suerte, que equipo hay.
Hoy estuve leyendo un escrito muy interesante redactado por un reconocido articulista de algunos diarios nacionales acerca de su punto de vista sobre el aficionado venezolano en función a su relación con el mundial de fútbol. Esta es una tertulia que se diserta cada cuatro años entre interlocutores de cualquier estrato, sean devotos o no al deporte rey.
En resumidas cuentas el comunicador esboza el hecho de las caravanas y exhibición de banderas de diferentes países durante la temporada que rodea la celebración de un mundial de fútbol exaltando las facultades balompédicas allende nuestras fronteras. Igual incluye el término “fanático temporario” para aquéllos que sólo siguen el fútbol cada cuatro años. En contraparte señala la indiferencia e ignorancia de otros países cuando algún atleta o conjunto venezolano destaca en cualquier disciplina. En eso estoy de acuerdo… parcialmente.
Coincido plenamente con él cuando la mayoría del compatriotismo de pliega incondicional y, a veces, ridículamente al gigante Brasil cuando juega una eliminatoria, una Copa América o un Mundial. ¿Por qué no seguimos a Colombia, por ejemplo, con quien podemos tener más aspectos en común que con los amazónicos? Sobre todo luego de aquella triste declaración de Ronaldo en Francia 98 acerca de nuestra admiración y apoyo furibundo a su selección.
El venezolano de por sí apuesta a ganador. Como no tenemos una selección de nivel mundial nos apegamos a quién tiene real oportunidad de vencer y nos apegamos de una manera febril a su lado. Sólo en esporádicas ocasiones algunas selecciones (Basket 92 ó la sobreestimada selección de béisbol), los equipos que asisten a la Serie del Caribe o ciertas individualidades exacerbaron el corazón por los colores nacionales.
Con exiguas excepciones, la precaria calidad del balompié rentado, aunado a las malas condiciones de los campos de juego, a pesar de las nuevas estructuras levantadas para la Copa América 2007, la inseguridad de los asistentes (ejemplo la vergüenza internacional de ayer en el estadio olímpico de Caracas) y la falta de medios efectivos de transporte, entre otros, alejan al entusiasta seguidor futbolístico de los eventos realizados en nuestro país. Es mejor y más seguro ver el fútbol por televisión donde podemos optar entre las más importantes ligas del mundo. Y al momento de evaluar calidad de juego y de transmisión, el torneo local rara vez es la primera opción.
Acompañaré también al articulista ligando al cuerpo de árbitros, tan vilipendiado y despreciado en estos acontecimientos (la verdad que a veces con razón), a ver si este año sus actuaciones corresponden a la altura del espectáculo.
Otros, tenemos el segundo frente, ya sea por afinidad consanguínea o simplemente por mera simpatía. Los hijos y nietos de inmigrantes, por lo general, apoyamos a los conjuntos de nuestros progenitores, los cuales seguimos de cerca gracias a la magia de las telecomunicaciones de todo tipo de que disponemos en el siglo XXI.
Para finalizar, el entusiasmo por el Mundial 2010 ya está en el aire y, quieran que no, todos respiramos ese ambiente, aun sin quererlo. Ya el sano pique con mis primas “azzurras” comenzó. Se habla de preparar quinielas, de reunirse para ver determinados partidos, de preparar parrilladas cuando coincidan en fin de semana. En una Venezuela convulsionada por todos los asuntos políticos, económicos y sociales que conocemos, bien nos merecemos abrir una ventana a la distracción, al apasionamiento temporal y al clima festivo de uno de los eventos más ecuménicos del mundo.
Por lo que a mí respecta, no me echaré a llorar suspirando por el día en que la vinotinto protagonice al menos tres encuentros en una instancia final y, como aficionado al fútbol que soy, a principios de junio pondré mi banderita en el carro y ligaré, con toda la pasión que este deporte despierta en mí, al equipo de la Furia, a ver si esta vez hay suerte, que equipo hay.
Muy buen artículo, felicitaciones. Aunque no soy particularmente futbol-fan, me sumaré a la fiesta!
ResponderEliminarExcelente! a organizar la parrillita ;)
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